Cuando visitamos una zona arqueológica es posible sentir la
inquietud de buscar fenómenos arqueo
astronómicos a nuestro alrededor, especialmente los que se producen en los equinoccios y solsticios tan ampliamente conocidos. Sin embargo, estos no son visibles todos los días.
astronómicos a nuestro alrededor, especialmente los que se producen en los equinoccios y solsticios tan ampliamente conocidos. Sin embargo, estos no son visibles todos los días.
Los mayas, por
ejemplo, se percataron de que el sol sale y se oculta día a día en un lugar
diferente en el horizonte, acercándose al norte cuando es verano y moviéndose
hacia el sur cuando es invierno. Cuando el astro rey llega a su máximo punto de
movimiento hacia el norte o hacia el sur, se le conoce como solsticio; al punto
medio del movimiento del sol en el horizonte, se le denomina equinoccio. Así,
cada año hay dos solsticios y dos equinoccios.
Los equinoccios
ocurren en marzo y en septiembre, y se
les conoce como equinoccio de primavera y equinoccio de otoño, respectivamente.
Durante el equinoccio es posible observar la salida del sol a través de
estructuras prehispánicas, como ocurre en el Templo de las Siete Muñecas en la
Zona Arqueológica de Dzibilchaltún, Yucatán, o cuando se producen juegos de luz
y sombra, como en el Templo de Kukulcán, también conocido con El Castillo, en
la Zona Arqueológica de Chichen Itzá, Yucatán, y en el cual se proyectan
triángulos de sombra que forman una serpiente que desciende por las escalinatas
de la pirámide.
Los solsticios
suceden en junio y diciembre de cada año, y son conocidos como solsticio de
verano y solsticio de invierno. Estos fenómenos también fueron marcados en
algunas estructuras prehispánicas mediante alineaciones y marcadores, que
normalmente no son visibles para público visitante, por encontrarse en espacios
restringidos.
Por ejemplo, en el
equinoccio que ocurre en la Zona Arqueológica de Dzibilchaltún, Yucatán, es
posible observar la salida del sol a través del Templo de las Siete Muñecas, en
marzo y septiembre. Derivado de ello, el sitio abre sus puertas en horario
extraordinario para que el público visitante pueda apreciar el fenómeno.
Sin embargo, en el
solsticio de junio y diciembre no hay un fenómeno observable, ya que al momento
de la salida del sol, el astro rey no está alineado con el Templo de las Siete
Muñecas. Este fin de año, como ocurre en Dzibilchaltún y en otros sitios
prehispánicos, no habrá un fenómeno arqueoastronómico que pueda ser apreciado
por el público visitante en las zonas arqueológicas.
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