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miércoles, 21 de abril de 2010

REGLA DE TERCIOS

Cuando empezamos a dedicarnos de manera amateur a la fotografia encontramos que entre el cumulo de fotos que vamos tomando existe un comun denominador, hay un salto cuantico entre nuestras fotos y las fotos de los profesionales, encontramos que hay una falla algo que no cuadra aun cuando tengamos una locacion magnifica la iluminacion apropiada, la modelo ideal, algo no cuadra, algo que si bien no se ve se aprecia en la composicion quitandole lo perfecta a la toma, alguna regla falla lo cual hace que recordemos que hay una serie de reglas,que le dan fuerza a una composicion y que dificilmente olvidan los fotografos profesionales.

Una de estas reglas es la REGLA DE TERCIOS.

La cual es aveces olvidada o ignorada sobre todo por aquellos fotografos amantes del orden, los cuales siempre buscan simetria en sus fotos, a costa de todo y que podriamos pensar es lo correcto pero que refleja un grave error fotográfico. La percepción humana no es lógica; se rige por una serie de fundamentos entre los cuales la afirmación “cuanto más centrado mejor” no tiene un hueco especialmente importante.




Aunque hay múltiples normas que orientan la composición de una imagen, la regla de los tercios es de las más importantes. Hace unos cuantos cientos de años, los antiguos artistas y matemáticos descubrieron la sección áurea, dividiendo un todo en dos partes, de forma y manera que la parte menor es a la mayor como la mayor lo es al todo. Sobre el papel, y ciñéndonos al campo fotográfico –aunque también es aplicable a la pintura o al cine-, este postulado consiste en dividir los lados de la fotografía en tres partes iguales. Partiendo de estas divisiones, se trazan rectas paralelas a la base y a la altura. Los puntos en los que estas rectas se cruzan son los vértices de un rectángulo central en la toma, denominado zona áurea.











Centrando a un sujeto en la fotografía, sólo conseguiremos que la composición carezca de encanto, volviéndose estática y aburrida.



Otra dimensión



En esta nueva dimensión, que es la zona áurea, situaremos nuestros principales motivos fotográficos, pues serán los puntos en los que se encuentran los núcleos de atención. Hay que tener cuidado, no obstante, de no saturar los cuatro puntos de la zona áurea, pues si fuese éste el caso, tendríamos cuatro focos de fuerte interés, con lo que existiría una abultada confusión compositiva.



La teoría marca que en la zona áurea debe colocarse un solo elemento principal, mientras que en el ángulo contrario colocaríamos un motivo de interés secundario, de tal forma que tendríamos una línea diagonal que aún reforzaría más a ambos elementos. La ubicación de estos objetos principales de la imagen en dos vértices contrarios de la zona áurea atraen la visión del espectador. Así, la huida de la simetría en la imagen crea una armonía compositiva mucho más interesante para el ojo humano.






Colocando los dos motivos principales en puntos fuertes opuestos -la persona y el rótulo con la palabra "cine"-, logramos un equilibrio compositivo que dota de una gran riqueza comunicativa el resultado final.



Uno más uno, más uno



La regla de los tercios será un poderoso aliado cuando tengamos un fondo con líneas horizontales –véanse, por ejemplo, los paisajes. En estos casos, utilizaremos la división en tercios para disponer la línea del horizonte en el encuadre. Si aceptásemos el colocar el horizonte en el centro geométrico, lo que obtendríamos sería una composición plana y sin expresividad. Si, por el contrario, nuestros motivos de referencia fuesen líneas verticales, usaremos los márgenes de la zona áurea como zona de referencia para los motivos principales.










Situando al sujeto -línea vertical- en el margen izquierdo de la zona áurea, logramos dar fuerza a la composición; algo que, de haberlo centrado, no sería posible.

En otro tipo de tomas con múltiples objetos, como pueden ser los bodegones, utilizaremos los puntos de la zona áurea para colocar un elemento principal, mientras en el vértice opuesto -como ya hemos indicado- situaremos otro motivo de relevancia inferior al primero, de forma que se trace una línea diagonal que rompa con la monotonía compositiva. No obstante, hay que tener presente que una toma con multitud de elementos no puede ceñirse a la regla de los tercios al cien por cien.

Los retratos también son un pasto fácil para la regla de los tercios. En este caso, el secreto está en colocar la mirada en la línea que marca el tercio superior; sin embargo, el hecho de romper la simetría puede resultar en estos casos algo complicado, aunque, si lo logramos, el resultado será muchísimo mejor que si utilizásemos una simple simetría lineal.







Aunque los retratos no son el mejor ejemplo de rotura de la simetría, es aconsejable no dejarse llevar por las soluciones fáciles y tratar de buscar una ubicación de la mirada cerca de algún punto de la zona áurea.





Aunque la regla de los tercios, como muchos muy acertadamente indican, no es una ley, sí que es una referencia compositiva de peso. Sin embargo, no debemos tomárnosla al pie de la letra. Habrá casos -por ejemplo, una fotografía macro de una flor- en los que este regla no tiene cabida. Sin embargo, encontraremos otra multitud de situaciones en las que esta regla será casi de obligado cumplimiento.



  

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